Tratamiento de la Hidrosadenitis


Tratamientos

58 votos - 3.9 nota



El tratamiento de la Hidrosadenitis es complejo y varía en función de la severidad de la enfermedad y las características de cada paciente.

Actualmente disponemos de diferentes opciones terapéuticas destinadas a bloquear algún paso de la evolución de la enfermedad. Veamos cada una de ellas, según su función:

a) Tratamiento de la Hidrosadenitis obstruyendo el folículo piloso:

Retinoides, que pueden usarse directamente sobre la zona afectada de la piel, pero más comúnmente por vía oral. Disponemos de dos retinoides para su uso, actretino e isotretinoina. Ambos deben ser prescritos por su dermatólogo. Debe controlarse los efectos secundarios frecuentes, que son la sequedad de piel y mucosas, la caída de pelo, los efectos sobre la función hepática y los niveles de lípidos en sangre. En mujeres debe evitarse el embarazo mientras se trata la hidradenitis de esta forma y un periodo posterior variable según el fármaco, por lo que se deben administrar asociados a anticonceptivos. Suelen administrarse en tandas largas de 6 a 12 meses.

b) Tratamiento de la Hidrosadenitis controlando la respuesta inflamatoria:

Corticoides: Pueden utilizarse corticoides, en general en pautas muy cortas, mediante una inyección en las zonas inflamadas.

Antibioticos: Controlan también la inflamación, conjuntamente con el control de la sobreinfección bacteriana, muchos de los antibióticos que son prescritos para la enfermedad, como las tetraciclinas, las asociaciones de rifampicina y clindamicina, entre otros. En algunas ocasiones se utiliza la dapsona o la colchicina, que tienen propiedades antiinflamatorias.

Inmunosupresores: Los fármacos inmunosupresores, que disminuyen la respuesta inmunológica, como metrotexate, ciclosporina o azatioprina, pueden utilizarse en algunos pacientes. Los fármacos inmunosupresores requieren un seguimiento estricto mediante analíticas y visitas médicas para controlar sus efectos secundarios, que son variables según el fármaco. Existe cierta variabilidad en su respuesta.

Biológicos: Más recientemente, se ha demostrado la utilidad de los fármacos biológicos para el control de la enfermedad. En el mes de julio de 2015, Adalimumab fue aprobado por la Comisión Europea para el tratamiento de la Hidradenitis Supurativa moderada a grave, siendo el primer y único medicamento aprobado en la Unión Europea.

Este fármaco actúa al bloquear una sustancia que produce el sistema inmunitario llamada TNFalfa, que está claramente aumentado en la respuesta inflamatoria de los pacientes con golondrinos. Los fármacos biológicos disminuyen las lesiones inflamadas y previenen la aparición de nuevas lesiones. Si la respuesta es satisfactoria, se utilizan en pautas continuas, durante años. Antes de su administración, deberá descartarse la presencia de infecciones activas, como la tuberculosis, y se realizarán exámenes de sangre cada 3 meses.

c) Tratamiento de la Hidradenitis por sobreinfección :

En casos en que se identifica una sobreinfección, se pueden indicar tratamientos antibióticos; en general se opta por tetraciclinas o bien la combinación de rifampicina y clindamicina, durante pautas largas, de 3 meses. En algunas ocasiones, estas pautas pueden variar según los gérmenes hallados en los cultivos de piel. Es frecuente aconsejar tratamiento de mantenimiento con clindamicina tópica de aplicación cada 12 horas en las áreas afectadas.

d) Otros tratamientos de la enfermedad:

En algunas ocasiones, en las que se detecta alguna alteración hormonal, pueden ser útiles tratamientos que bloquean las hormonas androgénicas, como algunos anticonceptivos, la espironolactona, el finasteride o dutasteride. Existen algunos estudios que el bloqueo de la hormona insulina resulta beneficiosa, por lo cual se usan fármacos como la metformina.

En algunas ocasiones, asociado a los tratamientos médicos o aisladamente, se opta por tratamientos quirúrgicos. La incisión y drenaje de los abscesos alivia los síntomas asociados a la inflamación, especialmente el dolor. Se puede optar por la extirpación de las lesiones en bloque, especialmente cuando existen fistulas, que tienen poca tendencia a la curación espontánea.  En algunas ocasiones se procede a retirar las estructuras profundas de la zona afectada, para resolver las lesiones inflamadas existentes y evitar la aparición de nuevas lesiones. Las heridas se dejan abiertas durante un tiempo variable y se espera a la cicatrización progresiva (se conoce como cierre por segunda intención).